Mi querida España empezó a cubrirse de un manto rojo aquel año de 1936, como si los árboles que en primavera escupen polen hubieran escupido esta vez sangre. Aquellos que habían respirado el mismo aire, pisado la misma tierra y curtido sus rostros bajo un mismo sol, dejaron de ser hermanos y se convirtieron de la noche a la mañana en inexpertos combatientes de bandos enemigos. Los españoles soltaron el martillo y la azada para asir un fusil preñado de una munición que en muchos casos acabó incrustándose de forma indiscriminada en los cuerpos de hombres, mujeres y niños que ni siquiera conocían el motivo de aquella lucha. Las esposas se quedaron viudas, los niños huérfanos, los viejos impotentes frente a aquella locura…
2 comentarios:
Me gusta tanto el título como el inicio, la novela tiene muy buena pinta.
Un saludo y buena suerte con tu narración.
Me gustó mucho tu libro. enhorabuena.
Raquel Pérez García
Publicar un comentario